Durante décadas, la idea del perro dominante ha marcado la manera en que muchas familias y profesionales han educado a sus perros. Se ha repetido hasta la saciedad la necesidad de «ser el líder de la manada» o «mostrar quién manda» como base para la convivencia. Pero ¿qué hay de cierto en esto? ¿Es la dominancia un rasgo fijo en los perros o un mito que la ciencia moderna ha desmentido? En este artículo vamos a analizar en profundidad el origen de esta creencia, qué dicen las investigaciones más recientes y cómo afecta esta visión a la educación canina actual.
Origen de la teoría de el perro dominante
La idea de que los perros funcionan bajo una jerarquía estricta se basa en la observación de manadas de lobos en cautividad, realizada en la década de 1970 por David Mech y otros investigadores. De ahí surgió la noción del macho alfa y la hembra alfa, líderes que ejercían control sobre el resto del grupo mediante la dominancia.
Sin embargo, Mech revisó sus conclusiones años después, al estudiar a los lobos en libertad. Descubrió que estas manadas no funcionaban como un sistema jerárquico rígido, sino más bien como un grupo familiar donde los padres guían a las crías sin necesidad de imponer una dominación constante.
Es decir: la idea del «perro dominante» tiene su origen en estudios descontextualizados y hoy en día se considera una visión desactualizada.
¿El perro desciende del lobo?
Otro de los pilares de la teoría de el perro dominante es la suposición de que el perro es un descendiente directo del lobo y, por tanto, comparte su comportamiento social. Sin embargo, estudios más recientes indican que el proceso de domesticación del perro fue mucho más complejo, y que no se puede trazar una línea directa entre el comportamiento del lobo y el del perro.
Aunque genéticamente hay una relación, la convivencia con los humanos durante miles de años ha moldeado profundamente la conducta del perro, diferenciándolo de sus ancestros salvajes.
Críticas de la comunidad científica
Uno de los mayores críticos de la aplicación de la teoría de el perro dominante en la educación canina es Ian Dunbar, veterinario y etólogo reconocido internacionalmente. Dunbar compara esta práctica con intentar educar a los niños basándonos en el comportamiento de los chimpancés con sus crías. El paralelismo deja claro lo absurdo de extrapolar comportamientos de una especie a otra sin tener en cuenta sus contextos y evoluciones.
La etología canina moderna
Hoy sabemos que los perros son animales altamente sociales y oportunistas, con un sistema de comunicación muy sofisticado. Su convivencia no se basa en una jerarquía rígida, sino en relaciones flexibles que dependen del contexto, los individuos y los recursos disponibles.
Puntos clave de la visión actual:
- La dominancia no es un rasgo fijo. Puede darse en situaciones específicas entre dos individuos, pero siempre de forma temporal y reversible.
- No existen perros “dominantes” por naturaleza. Etiquetar a un perro dominante es simplificar un comportamiento mucho más complejo.
- Los problemas de conducta no son por dominancia. La mayoría tienen su origen en una mala comunicación entre humanos y perros, falta de socialización, miedo o necesidades básicas no cubiertas.
Los riesgos de aplicar la teoría de la dominancia
El uso de esta visión en la educación canina ha derivado en prácticas coercitivas o aversivas, como castigos físicos, el uso de collares de ahorque o la imposición de la fuerza para «mostrar quién manda». Estas técnicas no solo son ineficaces a largo plazo, sino que pueden generar:
- Estrés y ansiedad crónica en el perro.
- Problemas de confianza con sus tutores.
- Respuestas agresivas derivadas del miedo.
Un nuevo enfoque: educación amable y respetuosa
Frente a la visión tradicional, hoy sabemos que la mejor forma de educar a un perro es desde la empatía, el refuerzo positivo y la comprensión de sus necesidades. Esto significa:
- Guiar en lugar de imponer.
- Reforzar los comportamientos deseados en vez de castigar los no deseados.
- Favorecer un vínculo basado en la confianza y la seguridad.
Conclusión
El concepto de «perro dominante» es más un mito que una realidad. Las investigaciones actuales en etología canina nos invitan a ver al perro como un ser social complejo, con dinámicas flexibles que no se pueden reducir a una lucha constante por el poder. La clave no está en dominar, sino en comprender y comunicarse.
Si tu perro se sube al sofá, antes de pensar que es un perro dominante, habría que pensar porque sube. Una de las razones puede ser porque el sofá es mas comodo que su cama, que al estar en alto le proporciona seguridad y por lo tanto descansa mucho mejor y porque es un sitio donde solemos estar los humanos y es una manera de estar con nosotros.
Educar desde la amabilidad no solo es más efectivo, sino también más justo y respetuoso con quienes consideramos parte de nuestra familia: nuestros perros.
El perro dominante se sabe que no existe, lo que si existe es el humano dominante y es donde realmente tenemos que poner el foco y nuestra atención.
¡Cualquier duda, puedes ponerte en contacto con nosotros, estaremos encantados de intentar ayudarte!







