Los cachorros de los 2 a los 3 meses aproximadamente pasan por una etapa que se caracteriza por el uso de la boca, normalmente mordiscos y destrozos.
El cachorro interactúa con las cosas que tiene a su alrededor, en su entorno más próximo. Es una etapa que muchas familias pasan con muchas molestias puesto que muchas de esas interacciones son mordiscos dirigidos hacia muebles o enseres de la casa y también hacia las personas que conviven con él.
A esta etapa se le denomina ETAPA BUCAL puesto que la mayor característica es que el cachorro comienza a descubrir el mundo que le rodea intercalando a través de la boca. En esta etapa los cachorros sienten la necesidad de morder las cosas que les rodean y además morder cosas vivas y en movimiento.
Si el cachorro en esta etapa no tiene la suerte de estar con su madre y sus hermanos de camada esos bocados irán todos dirigidos única y exclusivamente a las personas que convivan con él y si hay animales en el hogar con los que interactuar también se verán afectados por esta necesidad del cachorro.
PRINCIPALES ERRORES A EVITAR MORDISCOS Y DESTROZOS EN ESTA ETAPA DE CACHORROS
– No dejarle cubrir esas necesidades por miedo a que lo haga siempre o se prolongue excesivamente en el tiempo.
– Otro error sería desde el primer día repetirle constantemente la palabra “no” cada vez que intenta cubrir esta necesidad.
– No darle al cachorro cosas adecuadas para que pueda morder.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Lo primero es entender que cuanto más tranquilo se sienta el cachorro menos mordiscos habránn, en cantidad e intensidad. Esto es importante puesto que muchos cachorros sobreexcitados en casa, dejan de morder en cantidad e intensidad en cuanto se les aporta calma, se sienten más tranquilos y/o más seguros.
Lo segundo sería tratar de cubrir esa necesidad sin que el cachorro suba la intensidad.
Para ello, tenemos que tener en que los mordiscos se dirigen por un lado a cosas que tiene cerca y por otro lado los dirigidos a nosotros, especialmente pies y manos.
MORDISCOS DIRIGIDOS HACIA FAMILIARES:
Lo ideal es no sobreexcitar al cachorro en este juego, cosa que hacemos involuntariamente en ocasiones moviendo la mano y gesticulando en exceso. Para ello podemos dejar la mano blanda, inmóvil sin hacer grandes aspavientos movimientos o usando la fuerza. De este modo suelen controlar bastante los mordiscos y aprenden mejor a regular su fuerza. En ocasiones si nos hace daño o nos molesta podemos comunicárselo y hacérselo saber con una comunicación respetuosa.
Si esto no funcionase podemos colocarnos en la mano un guante de cocina o jardinería, manoplas de este modo nos protegemos la mano durante esta etapa y nos permite cubrir esta necesidad que tienen sin frustraciones, enfados o castigos. Si estos mordiscos se dirigen hacia nuestros pies deberíamos protegerlos con calzado o calcetines, e intentar a través de nuestra interacción, no sobreexcitar al cachorro. Cubriendo esa necesidad con calma y en ocasiones poniendo nosotros fin a la sesión de mordiscos.
MORDISCOS DIRIGIDOS HACIA ENSERES DEL HOGAR:
Es vital que el cachorro tenga distintos objetos a su alcance, variados en texturas y durezas, siempre sin llegar a un nivel muy alto de dureza que pueda dañar su dentadura. Cosas naturales, peluches, algún juguete de cuerda, palo de olivo, una tela y alguno de plástico y siempre a ser posible bajo supervisión al principio para ver que no ingiere los trozos que ocasiona mordiendo. De este modo podemos cubrir esa necesidad de morder y descubrir cosas al mismo tiempo que evitamos destrozos indeseados en casa.
Son muchas las personas que tienen miedo de que estos bocados se prolonguen en el tiempo y no son pocos los profesionales que alimentan estos miedos proclamando mensajes ya muy anticuados como: “Si le dejas que te muerda puede convertirse en un perro agresivo” o “Si le dejas ahora morderte, lo hará toda la vida”. Pero la realidad no es esta en la inmensa mayoría de los casos.
La verdad es que si crecen equilibrados, dejan de hacerlo por el simple hecho de madurar adecuadamente. Del mismo modo que un niño deja de chuparse el dedo por el mero hecho de madurar.
Un niño puede dejar de chuparse el dedo porque lo castigamos o porque madura y deja de hacerlo por sí mismo. Con los perros en esta etapa ocurre igual. Como siempre muchas veces lo que necesitan los perros es tiempo. Tiempo que las personas en ocasiones no tenemos o no queremos.
Sin lugar a dudas, el cachorro crecerá más equilibrado, madurará mejor, tendrá menos estrés, mayor bienestar y nosotros tendremos una mejor relación con él, si en lugar de educarlo con disciplina y exigencias, entendemos porqué hace las cosas y tratamos de cubrir sus necesidades de forma adecuada. Esto sobre todo cobra más relevancia si pensamos que es un animal de menos de 100 días y que lo que hagamos en estas primeras etapas puede marcar su personalidad de por vida.
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